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Verano

(Disclaimer: esta nota fue escrita en agosto de este año, pero se me olvidó, así que la publico pero tristemente su vigencia ya terminó.) 

¡He retornado!

Se siente extraño desempolvar el blog, no era mi intención descuidarlo por tanto tiempo, pero sí era mi intención no descuidar mi salud mental, y después de los 6 meses más difíciles que he pasado en un largo tiempo, este verano me tocaba descansar. El precio de la paz mental puede ser más alto de lo que parece, pero agradezco que la vida y sus circunstancias me permitieron darle un break a todo ese nudo de ansiedades y pensamientos intrusivos que llenaban esta cabeza de colores. 

Retomo lo que hice en vacaciones (quizás mis últimas, porque la vida de adulto me respira en la nuca) sin ningún orden, mas que el que me permite mi mala memoria: 

Visité a mis amigas, que llevaba más de un año sin abrazar, y bailamos hasta que se nos cayeron los pies. Toqué la arena y el agua fría del mar, aprovechando cada segundo de sol que cupo en mi cuerpecito pálido. Visité Oaxaca, hermoso estado que tiene un pedazo de mi corazón por el que debo regresar, cuando pueda revisitar los museos que estaban cerrados y conocer las playas de por allá. Hice una pillamada que llevaba 4 años planeándose, y me acordé de por qué quiero a mis amigues tanto. Creció mi orquídea  muchísimo, probé el Bacardí de mango, salí en una cita que no derivó en amor pero sí en una amistad inusual. Me despedí de mi hermano, terminé Sex and the City, me pinté el cabello de varias tonalidades más...  Y quien sabe cuántas cosas más. 

Confieso que, en mi afán por mantener mi recién hallada estabilidad mental, me sentí como la niña que estrena la muñeca nueva: quieres jugar con ella y dsifrutarla, pero tampoco quieres que se ensucie o se rompa, así que acabas usándola poco o casi nada. Creo que es importante cuidar aquello que nos es valioso, pero también siento que las cosas (y la vida) pierden el chiste si solo se quedan en la vitrina. Hay impedimentos que son mayores que yo (*entra COVID al chat*) que detuvieron más de un plan, pero mientras las personas sigan vacunándose y cuidándose, vuelvo a ver más oportunidades para disfrutar de lo que la vida tiene que ofrecer. 

Es parte del volado, saber que das pasos al vacío esperando que, cuando llegues a caer, puedas meter las manos antes de azotarte en la cara. Me faltan todavía uno que otro dragón por domar, montaña que escalar y ansiedad que superar, pero a diferencia de antes, me siento más paciente y cautelosamente optimista. Con un corazón algo confundido pero vuelto a acomodar, después de estrellarse en añicos; amistades sinceras que me toman de la mano cuando lo necesito y toda una vida por delante (con excelente soundtrack, cortesía de Taylor, Billie y Doja), entro al otoño lista para lo que vendrá. 

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