Te aprendes espacios sin darte cuenta, sin que sean tuyos, y viven en tu memoria como parte del rompecabezas. Me impacta mucho la manera en la que recuerdo los espacios ajenos, como las habitaciones de mis amigas o las cocinas de otras personas. Nunca me había fijado cómo esos lugares se quedan en mi mente, los guardo en el álbum mental de mi vida, y cuando vuelvo a ellos siempre me sorprende saberme detalles. Porque las paredes eran moradas y ahora son grises, donde antes había un póster de Joe Jonas y ahora diplomas, por las colchas de flores reemplazadas por otras. Es que te digan que vayas por vasos y sabes qué gabinete abrir, solo para sorprenderte cuando te dicen que los cambiaron de lugar. Es recordar el patrón de las sábanas y el aroma del shampoo ajeno, y que debes usar suéter en la terraza porque sabes que enfría como ningún otro lado. Me he aprendido tantos espacios que se sienten familiares, y me da tantísima tranquilidad ver que algunas cosas nunca cambian. Mis espaci...