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Entradas

Espacios

Te aprendes espacios sin darte cuenta, sin que sean tuyos, y viven en tu memoria como parte del rompecabezas. Me impacta mucho la manera en la que recuerdo los espacios ajenos, como las habitaciones de mis amigas o las cocinas de otras personas. Nunca me había fijado cómo esos lugares se quedan en mi mente, los guardo en el álbum mental de mi vida, y cuando vuelvo a ellos siempre me sorprende saberme detalles. Porque las paredes eran moradas y ahora son grises, donde antes había un póster de Joe Jonas y ahora diplomas, por las colchas de flores reemplazadas por otras. Es que te digan que vayas por vasos y sabes qué gabinete abrir, solo para sorprenderte cuando te dicen que los cambiaron de lugar. Es recordar el patrón de las sábanas y el aroma del shampoo ajeno, y que debes usar suéter en la terraza porque sabes que enfría como ningún otro lado.  Me he aprendido tantos espacios que se sienten familiares, y me da tantísima tranquilidad ver que algunas cosas nunca cambian. Mis espaci...

Estática

No recuerdo cuándo fue la última vez que escribí.  ¿Ficción? Hace unos meses, en un fanfiction dump motivado por el episodio maníaco de una madrugada, mucha cafeína y "Mary On a Cross" de Ghost. ¿Notas informativas? Probablemente desde que salí de la universidad, tantito después. ¿De opinión? Vean el archivo del blog. Últimamente sólo me encuentro oscilando, con un pie en la tierra de mi trabajo de oficina, y el otro en la disocación. Quité un par de redes sociales de mi teléfono y volví a sacar los tomos que descansaban ( ejem , se empolvaban) en mis libreros. Hace meses que no hago ejercicio, tampoco sé cuándo fue la última vez que dibujé en mi sketchbook. Es como si mi dragón creativo dejó de coexsitir con los demás monstruos de mi cabeza, y aplicó un "irish exit". Silenciosamente, se me fue entre los dedos esa chispa por crear y no sé cómo recuperarla. Pero no soy fatalista. No es una pieza donde hablaré de forma inspiradora, tampoco. No digo que he perdido esa ...

El café de sobrecito

El café soluble de sobrecito me trae muchos recuerdos. Hoy, después de casi dos años de no hacerlo, me compré una cajita y cuando calenté el agua en el microondas, saqué mi termo y revolví la mezcla de capuchino, me transporté.  Para ahorrarle unos pesos a mi inversión diaria, constante e imparable de café, me llevaba uno de esos sobres a la universidad, preparada para cualquier jornada larga que requiriera el 100% de mi atención (y el 100% de cafeína en mi sistema). Calentaba el agua en las oficinas de Vértice, junto con mi comida en tupper usualmente, en lo que platicaba con alguien en los sillones o con los coordinadores en sus oficinas. Me salía a comer a la terraza si tenía un aroma muy fuerte (aunque oliera bien, porque igual es un espacio compartido) y me sentaba un rato al aire libre.  Ese sabor de café con azúcar y leche en polvo y dios sabe qué más, venía con horas extra frente a alguna pantalla, pero también la compañía de mis amistades. Iba de la mano con atardecer...

Verano

(Disclaimer: esta nota fue escrita en agosto de este año, pero se me olvidó, así que la publico pero tristemente su vigencia ya terminó.)  ¡He retornado! Se siente extraño desempolvar el blog, no era mi intención descuidarlo por tanto tiempo, pero sí era mi intención no descuidar mi salud mental, y después de los 6 meses más difíciles que he pasado en un largo tiempo, este verano me tocaba descansar. El precio de la paz mental puede ser más alto de lo que parece, pero agradezco que la vida y sus circunstancias me permitieron darle un break a todo ese nudo de ansiedades y pensamientos intrusivos que llenaban esta cabeza de colores.  Retomo lo que hice en vacaciones (quizás mis últimas, porque la vida de adulto me respira en la nuca) sin ningún orden, mas que el que me permite mi mala memoria:  Visité a mis amigas, que llevaba más de un año sin abrazar, y bailamos hasta que se nos cayeron los pies. Toqué la arena y el agua fría del mar, aprovechando cada segundo de sol que...

Siempre estoy extrañando a alguien

Les comparto una foto de un lugar que extraño mucho: Chiapas. Hace un tiempo que formulé esta oración en mi cabeza. Para quienes se han cambiado de ciudad, dejando atrás una vida para crear una nueva a donde vamos, sabemos que es casi imposible no pensar en lo que se queda. En las amistades que solíamos ver con frecuencia y solo estaban a una corta distancia, en los restaurantes donde probamos la comida típica, y no tanto, del lugar; en las películas del cine, los museos, lo que sea. Entendí desde muy niña que mudarme era una nueva oportunidad para la reinvención de mi espacio y de mi persona, donde podía dejar atrás aquello que no me agradaba mucho y empezar de nuevo, de cero. Pero con el tiempo también vas dejando cosas que sí te gustan, y eso es lo verdaderamente difícil de pensar en los días rudos.   Me considero una persona muy adaptable. Mi naturaleza Tauro surge en otros aspectos, pero cuando se trata de moverme y sumergirme a mi entorno, soy bastante flexible. Me encanta el...

Pétalos, tallo, hojas y amor

Mucho puedo decir de las metáforas de las flores; existen ya múltiples versos que describen el suave tacto de la mano de un amante que nos acaricia con la delicadeza de una flor, o del tono carmesí que adorna los labios en forma de pétalos de rosa de la mujer más guapa en el bar. Son el regalo por default , una opción segura para cualquier tipo de festejo o duelo. Escogemos la que más nos gusta por una miríada de razones: el olor, el color, la forma o el recuerdo. Creo que todxs recibimos flores en algún punto de nuestras vidas, aunque me entristece pensar que habrá quienes que se crean por encima de la felicidad de recibir un ramo como gesto afectuoso. Si mal no me equivoco, mi primer ramo fue entregdo por las manos de mi abuelo paterno, después de mi primer recital de baile. Hay una foto perdida por ahí de él y mi abuela, conmigo en medio, sonriente (como siempre cuando estaba con mis abuelxs). Recibí una que otra rosa en San Valentín, y de parte de mi abuela materna una macetita con...

El cabello (y uno mismo) siempre crece

Si me conociste en persona en los últimos meses (más bien, en mi vida), sabrás que es poco el tiempo que pasa antes de que me haga algo nuevo en el cabello. Me he visto con el cabello corto casi al ras y a un largo justo arriba de la cintura. Variedades de tonos rosas, desde la mitad hacia abajo, o de la punta a la raíz. Flecos bien hechos y otros cortados con las patas (o resultados de múltiples intentos propios de emparejarlo, con tal de no repetir el incidente del 2016 en el salón de belleza). Un permanente que me dio los rizos que nunca tendré naturalmente en mi cabeza rubia y lacia, y un decolorado que succionó cualquier rastro de hidratación que le quedaba a mi cabello. En fin, le tendré miedo a muchísimas cosas, ¿pero a cambiar mi cabello? Nunca. (Pequeño tip: lo que sea que se hagan en el cabello se siente 10 veces más épico si lo hacen mientras escuchan esta parte del soundtrack de Mulán). Siempre fue para expresarme. Para sacudirme de opiniones que no pedí de gente que creía ...

Hace un año: Recuerdos de un 8M como todos y como ninguno

Hace un año respiraba un aire diferente.  Respiraba el del campus, de los salones amplios de la facultad, el aroma del cafecito de la máquina que compraba cada jueves antes de clase. Respiraba el mismo aire que mis compañeras de la especialidad, cuando nos salíamos entre clases a chismear y quejarnos de machitos de la carrera (y de la vida). Nos costaba despedirnos, aún sabiendo que nos veríamos al día siguiente, porque ya habíamos construido un espacio para nosotras: seguro, sororo, sensacional. Nos reapropiamos de la fuerza de nuestras voces y la raíz de nuestras narrativas, porque en una facultad, una sociedad, un país machista, nos abrazamos y fortalecemos. Este aire nuevo, fresco y feminista fue el que me llevó a participar en mi primera marcha el 8 de marzo, y a teñir mi corazón más que nunca de morado y verde. Hace un año caminé, bailé, pinté y grité junto a mis hermanas; hermanas que desconozco de nombre y rostro, pero que llevo en el espíritu como me llevo a mí. En mis ent...

Mi niña interior tiene brackets, uniceja y el cabello de Alice Cullen- y así la quiero

Si alguna vez escuchaste hablar de tu "niñe interior", de cómo deberíamos sanar con elles antes de poder crecer como adultos, entonces, bienvenide seas.  Yo estoy tratando de sanar a mi niña interior. (Lo digo de forma mística, como una confesión misteriosa, pero la traducción es: ya voy a terapia). A veces lo pintan como un proceso de sanación ruda, en la cual nos abrazamos fuertemente y sollozamos aún más, pidiéndonos perdón. Aunque una rama de este proceso si puede llegar a verse de esta forma, también hay micro acciones que nos ayudan a comprender mejor nuestar infancia, y por consecuencia, aceptarnos y sanar esas heridas. ¿Te has encontrado oyendo a tus artistas favoritos de cuando eras pre-teen, o viendo aquellas películas que entre que te causan cringe pero también te recuerdan por qué las amabas en primer lugar? ¿Vuelves a ver series o episodios de caricaturas que por muchos años te hicieron reír, y aunque el humor que tienes ahora quizás ya sobrepasó las bromas infan...

Mi renacimiento Otaku ✌🏻😙✌🏻

Bien dijo un sabio, "Lo otaku nunca te deja, solo duerme hasta que está listo para volver a salir". O algo así.  Si me conocen sabrán que Usagi Tsukino me representa en un nivel espiritual.  Siempre asocié mi gusto por el anime como algo vergonzoso. Saquémoslo de donde sea: el internet, la escuela, la familia, las revistas... Sí, todos hemos visto los memes sobre el *aroma* potente de los otakus y probablemente vimos el episodio de la Rosa de Guadalupe donde hacen cosplay, y se vuelve todo un gran chiste, ¿no? Pero para la niña de 12 años que amaba el anime, todo esto fue un bombardeo innecesario a una inseguridad creciente, que derivaría en una pasión guardada y secreta.  Permitir que las opiniones ajenas destruyeran mi amor por el anime es parte del proceso que, a esta fecha, sigo desarrollando, llamado "self love, confidence y otras herramientas necesarias para ejercer en la autenticidad". Corrección, seguiré desarrollando; ese crecimiento personal no es inmediat...
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